¿Qué hay de educativo en viajar de bici?

Antes de tomar la bici como vehículo de viaje a larga distancia mi experiencia en bici era casi nula. Anduve de bici en la infancia, mi papá me enseñó andar de bici. Recuerdo que me decía que lo más importante era aprender a caer, poner el pie. Andé un poco de bici en ese tiempo, otro poco en la adolescencia. Me volví a reencontrar con la bici en Caracas, cuando volvía de Brasil a Venezuela, en la capital, le pedía la bici prestada a mis primos y andaba distancias muy cortas, 1km máximo.

Fue Dé quien me propuso andar de bici. Él -podría decirse- es de alguna forma una amante de este medio de transporte. Por mi experiencia y condición física la propuesta me parecía una locura. Me atrajo. Comencé entonces en Río de Janeiro (Brasil) -ciudad donde terminaba la maestría- a relacionarme un poquito más con la bici. Y en Belo Horizonte (Brasil), también algunos días, 3 o 4 (?), tome la bici de Dé para probar.

Yo no me creía capaz de viajar de bici y tal vez fue eso lo que me atrajo de la propuesta. Dé decía, que tranquila, que iría agarrando condición física en el camino, que iríamos lento, a nuestro ritmo. Yo investigaba en internet y entre las cosas que encontraba salían cosas como: «No crea que se entrenará en el camino».

Cuándo compramos las bicis en Cartagena (Colombia), el primer día yendo al centro de la ciudad me caí pasando un murito, que ni se puede llamar de murito -era muy pequeñito. Me raspé las manos y la rodilla. Fuimos organizándonos para salir de viaje y el día que salíamos a la carretera  -yendo en contra una vez más de todas las cosas que leíamos- no habíamos probado las bicis con el equipaje. En aquel momento teníamos una cesta en la parte de atrás de la bici donde colocábamos nuestra mochila. Percibimos, ahí, antes de salir, que era muy inestable la bici… yo sentía que no conseguía andar, con algunas cuerdas conseguimos solucionarlo. Terminamos iniciando el viaje a eso de las 9am, a pleno sol… hicimos algo así como 10kms ese día. Gran parte caminando, por las subidas que nos encontrábamos.

150Kms más allá Yesid -un amigo de Sincelejos (Colombia)- nos daría la idea de colocar unos pimpinas de agua a los lados y usar eso como maletera. Esto ayudó mucho para la estabilidad de la bici. Cuando hicimos este cambio, ya le tenía menos miedo a los camiones que en las vías sin hombro nos pasaban -muchas veces- rozando, dejando una estela de viento que hacía con que todo me temblara.

En esta primera etapa del viaje, de Cartagena a San José de Costa  Rica recorrimos más de 1600kms, de los cuáles unos 1000kms hicimos pedaleando. Los otros, fue en parte en carro (a dedo), y otra parte en barcos para poder pasar la frontera selvática Colombia-Panamá. Fueron en total un poco más de 50 días. No tuvimos en esta parte, ni reloj, ni contador de kilómetros, pero calculamos que la mayor distancia que recorrimos por día fue más o menos 70kms.

Interesante, en la repetición de la acción, pedalear ir viendo los cambios en mi y la forma en cómo ha ido cambiando mi relación con la bici. En un inicio, si necesitábamos movernos dentro de alguna ciudad no pensaba en hacerlo de bici -todavía no es tan fluido este pensamiento-, proponía hacerlo a pie o de otra forma. A lo que Dé siempre decía ¿Por qué no de bici?. Veía -y aún continúo viéndola un poco así- como un vehículo que implica un esfuerzo grande de mi. Lo que me genera un cansancio anticipado.

Pero eso también va cambiando… Aquí en San José mis hermanos viven en una parte alta de la ciudad. Ir a su casa implica como unos 4.5kms en subida. Las subidas, varias encontradas en la carretera, me daban hasta hace poco, muchas veces, ganas de vomitar -literalmente-, creo que por el esfuerzo que hacía para atravesarlas. Dé, siempre me decía que fuera con calma… yo lo iba intentando… mientras aparecían un poco de fantasmas, «por qué hago esto», «mejor caminando», «mejor de bus», «no puedo»… pero quería hacerlo, con calma. En estos días, subiendo percibí que no tenía que esforzarme tanto, que podía pedalear sin poner tanta fuerza… se hizo lindo, nada pesado, de repente el viaje…

Escribo esto, como un primer intento de pensar, algo que Walter, amigo, me proponía ver «qué es lo más específico y especial de andar en bici y de tu viaje en particular… qué hay de educativo en él»… pensaría en principio que de mi experiencia en particular, el colocarme en evidente posición de aprendizaje: no sé si soy capaz de viajar de bici pero lo intento. (Pensando la educación, con Masschelein y Simons, como un intento de ser capaz de)  En este sentido, la bici no sería diferente a cualquier otra actividad en la que me coloco y nos colocamos en esta posición o disposición de aprender. Ahora, toca pensar en aquello que viajar de bici ha abierto, y de lo cual ya he estado escribiendo, como aquel espacio/tiempo (tal vez) libre, en que estamos atento al camino y a lo que en él encontramos, a los encuentros que vamos teniendo… ¿Hay algo de educativo ahí? ¿Qué?

Pensamos en regresar de bici a Sudamérica. No deja de parecerme una locura. No deja de atraerme la idea.