Cecosesola, deseo, intuición, prueba y error.

Por Cori
En estos días, en casa de mis padres, mi papá hablaba con unas chicas de los Estados Unidos que están por un mes de intercambio en Cecosesola. Él les decía que lo que hace que Cecosesola exista es un deseo de vivir en respeto. Que si ese deseo desaparece, entre todas las personas que conforman Cecocesola, Cecosesola desaparecería. Cecosesola en ese sentido sería una emoción de respetarnos a nosotros mismos, al otro, la otra, la vida. ¿Cómo lograr esto? De eso no se conversó en ese momento. Pero creo que no lo sabemos, por eso, día tras día nos reunimos, para mirar para lo que estamos haciendo, y pensar si ahí, estamos o no generando respeto, qué es el respeto.
Cecosesola, entonces, no se trata de un espacio, una o varias actividades económicas (como las ferias de hortalizas) o de servicios a la comunidad (como el Centro Integral Cooperativo de Salud o la funeraria), sino del deseo de relacionarnos de una forma en la que nos respetemos.
Pienso ahora en el Encuentro Vacacional que desde hace varias años de organiza en Cecosesola. Es un espacio/tiempo de reunión de las hijas e hijos de las personas que en asociación trabajan en Cecosesola, que se abre durante las vacaciones escolar. Él surgió (tengo entendido) a partir de la idea de tener un Centro de formación para niñas y niños. En un momento, durante un año se experimentó con un jardín de niñas y niños pero este no fue consenso entre todas las personas. Muchos no veían razón en llevar sus hijas e hijas a este espacio teniendo la posibilidad de ser cuidados por algún familiar. Se cerró el jardín y se concentraron en hacer un encuentro anual y reuniones periódicas para conversar entorno a la educación-relación de padres, madres, hijos e hijas.
El encuentro vacacional, cada año, parece cobrar otra vida. Este año tuve la oportunidad de seguirlo un poco más de cerca, aunque no participé de forma regular de las actividades. Desde donde participaba me alegraba ver como se articulan dentro de una dinámica “propia” de Cecosesola. Semana a semana las personas que por deseo cuidan de este encuentro se reúnen para pensar juntos lo que quieren hacer y van haciendo. Lo que ahí se discute se conversa en las otras reuniones de la organización, así como –cada tanto- se llaman a los padres y madres para conversar de forma más amplia lo que vienen pensando. Y durante los días del encuentro, que este año duró cuatro días, al final de cada día de actividades (paseos, juegos, dinámicas) , estaban todos ahí reunidos, dispuestos a conversar. Y en esa reunión muchos de los niños y niñas, hijos e hijas de las compañeras y compañeros responsables por la actividad.
Eso me parece admirable. Y me hace pensar que estar con la otra y el otro (con un niña, niño, adulto, animal) no se trata de saber (herramientas pedagógicas, técnicas grupales –por ejemplo) sino de estar abiertos a escucharnos y escuchar, a cambiar los caminos para posibilitar el encuentro, el respeto.
Esto lo relaciono con aquello que se escribe en uno de los libros de Cecosesola, en el cuál se dice que la convivencia que se busca no se genera por la vía de la imposición sino que se nutre de un proceso auto-organizativo “(…) basado en la intuición, en la prueba y el error” (CECOSESOLA, 2003).
Se probó con un jardín de infancia, no fue su momento. Ahora se prueba con el encuentro vacacional, y en él se van experimentando diversas formas, se va “errando”… y esos ‘errores’ “(…) que cometemos se convierten en oportunidades para encontrarnos en la reflexión, para comunicarnos unos con otros, para estrechar relaciones de transparencia y confianza (…)” (CECOSESOLA, 2003, p.24).
Referencia:
CECOSESOLA . Buscando una convivencia armónica. Barquisimeto: Escuela Cooperativa Rosario Arjona, 2003.